A la de una,
se trenzan historias con hebras
de Luna.
A la de dos,
florecen los cuentos a la luz
del Sol.
A la de tres,
la Tierra asombrada gira del
revés.
A la de cuatro,
encoge los cuerpos un fiero
relato.
A la de cinco,
ríen por igual el grande y el
chico.
A la de seis,
las princesas rosas se visten
de beis.
A la de siete,
por la chimenea se asoma un
cohete.
A la de ocho,
lo que era espantoso se
trueca en hermoso.
A la de nueve,
una niña crece y después se
embebe.
A la de diez,
¿querrás que ahora mismo lo
cuente otra vez?
A la de once,
la palabra al aire se vuelve
de bronce.
A la de doce,
entre los silencios se
percibe el goce.
A la de trece
en la melopea de su cantinela
el niño se mece.
A la de catorce,
renace lo dicho en las nuevas
voces.
Y a la de quince –la mitad de
treinta-,
cuando eso sucede, en
Úbeda se cuenta…
Nono
Granero
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