
El mío es un buen trabajo. Llevo ya unos cuantos años en esta tarea de contar cuentos para todo tipo de públicos y en cualquier espacio donde se pueda escuchar. Estoy convencido de que escuchar cuentos puede ser una experiencia que no es comparable a ninguna otra.
Me gusta pensar que los libros son los lugares donde esos cuentos descansan, sumidos en un sueño que puede durar muchísimo tiempo, y que las personas que nos dedicamos a contarlos, los sacamos de su reposo y los lanzamos al aire, para que vuelen de nuevo. Los cuentos de tradición oral precisan de la palabra hablada para permanecer vivos, porque viven en la voz. Necesitan voces y oídos que les den vida, porque nacieron así. Sí, es un buen trabajo.

Arturo Abad es una persona de esas con pulgar oponible y pelo en la cabeza. Sabe mantenerse de pie en casi todas las ocasiones en las que no está tumbado y suele decir cosas como ¡Hola! cuando se encuentra con otro ser humano. Escribe sus propias historias para ahorrarse el trabajo de aprenderlas y las adereza con humor y ternura siguiendo una receta que aprendió de narradores tiernos y divertidos. Dicen que se hizo cuentacuentos para hacer felices a los niños, pero no es cierto. Se hizo cuentacuentos para ser feliz él, y si alguien más se alegra, pues mejor.
Nació en Canarias pero habita en Granada, ciudad con la que actualmente mantiene una relación sentimental.
Ha publicado tres libros: Taller de Corazones y Zimbo con la editorial OQO y Ocurrió en una Burbuja con la editorial Hipalage
Le gusta el sonido que hacen las manzanas al caer sobre las manos, buscar dibujos en las manchas de las paredes y estornudar cuando tiene frío. Además, tiene una abuela por parte de madre que está completamente convencida de que es un chico encantador.

No hay comentarios:
Publicar un comentario